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El contexto actual, en el que se ha producido un aumento de la ocupación registrada en España en 2016 y se ha superado por vez primera el volumen de contratación antes de la crisis, invita a encarar el futuro con cierto optimismo. Además, según se recoge en el Índice ManpowerGroup sobre “Previsiones de empleo 2017: crecimiento sostenible”, en 2017, el empleo seguirá creciendo con intensidad.

Estos datos y previsiones me animan a escribir sobre cómo podemos encarar nuestros primeros pasos en una organización desde el enfoque del empleado, sin olvidar que las empresas tienen a su vez el deber de facilitar la incorporación de los nuevos a través de sus políticas de acogida. He resumido la estrategia de incorporación en estos 5 conceptos:

  • 1. Sé auténtico

    Hoy en día cada vez se valora mejor la aportación de un valor diferencial por parte de los empleados. Los tiempos del “café para todos” ya se están difuminando. Ahora las organizaciones modernas buscan empleados que dejen su sello, su huella, una buena imagen.

    Para ello, no se trata de que te comportes de manera extravagante ni rara, ni que fuerces la máquina tratando de ser el más proactivo, creativo y diferente. Se trata de aportar lo mejor de ti mismo adaptándote a la compañía y mostrando tu lado más auténtico enfocado al trabajo. No eres un trabajador más, eres un profesional que cumple con sus funciones con nombre y apellidos. Recuerda: eres responsable de tu marca personal y tienes que cuidarla.

  • 2. Adáptate

    Paciencia y prudencia al inicio, no quieras mostrar todas tus cartas de golpe y porrazo. Adáptate. Primero observa a tu alrededor. ¿Quién es quién en la compañía? ¿Qué grupos hay formados? ¿Existen filias y fobias? ¿Con qué personas y grupos conecto mejor? Y así muchos etcéteras.

    La fase de adaptación es un proceso que de forma natural todos seguimos, pero sí que conviene estar alerta y no cometer errores de principiante. No conviene precipitarse. Se trata de irnos ajustando a los ritmos y procesos de trabajo, a los usos y costumbres y, por supuesto, a las personas. Es ley de vida, el último en llegar tiene que adaptarse sabiendo hacerse notar lo suficiente, sin señalarse en exceso. En este caso, puede ser tan perjudicial pasar muy desapercibido como tratar de acumular méritos de manera desbocada al principio. A la larga compensa ser paciente y actuar con equilibrio. Siguiendo a Eurípides: “La temeridad es peligrosa: el verdadero coraje es la prudencia”.

  •  3. Sé generoso

     Una buena manera de comenzar es mostrarnos generosos con los demás en todos los sentidos del término. Te recomiendo que trates de generar con tus acciones un “buen karma” (perdónenme los hinduistas y budistas por usar este término tan gratuitamente y espero no espantar a aquellos a los que este concepto les parezca “hippie” y lo rechacen). Ofrece tu ayuda de forma incondicional, comparte informaciones valiosas e interésate por los demás. Por si buscas inspiración, hay un libro que explica de forma muy divertida este concepto, “Maldito Karma”, de David Safier.

    En cualquier caso, todo esto es clave que salga de ti de forma desinteresada. Así, poco a poco, irás recogiendo los frutos de esta actitud, no de todo el mundo y seguro que incluso tendrás tus detractores (es imposible caer bien a todos), pero a la larga te irá mejor y reforzará tu imagen dentro de la compañía.

    De todas formas, es importante gestionar esto con habilidad, pues no podrás hacerlo todo y tienes que saber guardar tu espacio para cumplir con tus propias obligaciones. Aquí la mejor receta es contar con una buena planificación para poder marcar los límites a peticiones que no puedas abarcar y para saber hasta dónde puedes ofrecer tu ayuda. También por supuesto la comunicación. Saber decir que no con habilidad es una cualidad que se puede desarrollar, así que, ¡a trabajar tu asertividad!

  • 4. Gánate a los referentes de la compañía

    ¿Quiénes son los referentes de la compañía? Son los líderes reales, naturales y no necesariamente los que aparecen arriba del organigrama. Me refiero a aquellos a los que se les ha otorgado una autoridad por parte de los demás. Podría tratarse de cualquiera por diferentes motivos. Por los años de experiencia en la empresa, por su especialidad en un campo determinado, por su buena relación con la mayoría de empleados, etc. Estas personas son fáciles de identificar. Estarán de una forma de otra en las conversaciones, liderarán acciones colectivas, en general no tendrán miedo a dar su opinión… Desde luego te conviene que te conozcan y, si te los ganas, ellos serán tus mejores valedores, si no te pasas de “pelota”…

  • 5. Posiciónate como experto (si lo eres en algo)

    Este punto liga en cierto modo con el anterior. Nadie es imprescindible y más en estos tiempos en una compañía, pero puedes desde tu entrada irte haciendo un hueco. ¿Cómo? Posicionándote como experto en uno o varios temas.

    Puedes empezar por preguntarte. ¿Qué se me da especialmente bien? ¿Tengo algún conocimiento específico que la mayoría no tenga?

    A través de tus acciones y con absoluta humildad, seguro que te llegan oportunidades para demostrar tus especialidades ante otros. De esta forma, esto se irá difundiendo y otros miembros de la organización terminarán por acudir a ti, aumentando el respeto que te tengan como profesional. Una precaución al respecto: no te crees una imagen que luego no puedas mantener…